Biecor: Consideráis cierta la frase «somos lo que comemos»…
Educachef: Sin ninguna duda la alimentación influye decisivamente en nuestro estado físico, e incluso en nuestro psiquismo y emociones. Ya Hipócrates llevó esta afirmación al límite al recomendar : “que tu alimento sea tu única medicina”
Físicamente estamos construidos por millones de células, para sobrevivir, cada una debe de alimentarse. La salud de estas estructuras depende de la recepción de los nutrientes que necesitan para funcionar. Lo que comes determina lo que la sangre transporta a las células, ya sea toxinas o nutrientes.
Los hábitos alimentarios están relacionados con la identidad personal. La manera como se come, lo que se come, dónde se come y como se siente quien come con relación a la comida, son elementos que evidencian la filiación sociocultural del individuo.
B: ¿Porque creéis necesario involucrar a los niños en la cocina?
E: Si se tiene en cuenta que el niño aprende a través del contacto y de la relación directa con el entorno que le rodea, la cocina es un espacio privilegiado que se ofrece para aprender jugando.
Cocinar estimula el interés por la comida sana, desarrolla los procesos lógicos (asociación, clasificación…), cognoscitivos (manipular, mezclar, separar…) el sentido del trabajo en equipo, la creatividad, habilidades matemáticas (hay que saber medir los ingredientes y las porciones), los hábitos de higiene , y hasta la lectura.
Una vez que un niño ha preparado con sus propias manos un plato, es mucho más fácil que quiera probarlo. A medida que aprende técnicas y se divierte cocinando, despierta también su curiosidad por las propiedades nutritivas de los alimentos, se infunde confianza en sus capacidades y le hace sentirse mayor.
La actividad culinaria en los pequeños va más allá de la buena alimentación y les ayuda a construir sus habilidades motoras y cognitivas, aumenta su autoestima y confianza en sí mismos, les hace sentirse capaces y orgullosos de sus logros, les enseña a ser responsables, ayuda también a socializar y especialmente a cuidarse, una capacidad que les será invaluable en la etapa adulta”.
B: ¿Cuál es la labor o papel de los padres en este tema?
E: La preparación en el hogar de los alimentos supone la abolición de comidas prefabricadas, cuya saturación de azúcares es dañina para el organismo.
Se ha demostrado que cuantas más comidas se comparten en familia, más probabilidades tienen los pequeños de mantener un peso saludable. Este factor protector se debe a que los niños adquieren buenos hábitos alimentarios. Y ¿por qué es más fácil aprender a comer si lo hacemos en familia? Pues bien, hay diferentes factores que influyen. Por un lado, cuando compartimos una comida, se crea un clima de distensión que favorece que los niños coman sin presión, no solemos tener tanta prisa para que terminen y el acto se convierte en un momento de convivencia, no en una obligación. Por otro lado está el factor imitación, los niños quieren parecerse a sus padres, y si eres un buen ejemplo, verás cómo día tras día tus hijos aprenderán a comer de todo.
B: A partir de que edad recomiendaís involucrar a los niños…
E: Desde muy pequeños (2 a 3 años). Es cuestión de adaptar las tareas y los instrumentos a las habilidades manipulativas adquiridas evolutivamente: pueden untar, amasar, romper y bañar o sumergir ingredientes , trabajar con moldes, y espátulas… Los niños mayores pueden realizar actividades más complejas como cortar, medir, pelar y hacer uso de ralladores o cuchillos. El microondas es un gran aliado en edades tempranas. Sorprende ver la desenvoltura de lo más peques “metidos en harina”, para ellos es una manualidad más.
La cocina es un espacio que ofrece oportunidades a los niños para usar los sentidos físicos: vista, audición, olfato, tacto y gusto. Pueden mejorar sus habilidades motoras finas cuando ayudan en las tareas de preparar los alimentos.
B: Podéis compartir con nosotros algunos consejos sencillos sobre como alimentar a los niños en casa de la manera más saludable posible…
E: La preparación en el hogar de los alimentos supone la abolición de comidas prefabricadas, cuya saturación de azúcares es dañina para el organismo.
El secreto para que los niños coman bien reside en establecer en ellos el hábito
Se hace necesario establecer de forma temprana hábitos dietéticos que aseguren una ingesta rica, variada y equilibrada de alimentos de diferentes texturas, colores, sabores y componentes, que le permitan una adecuada nutrición y crecimiento a la vez que le permitan adquirir paulatinamente preferencias alimentarias y culinarias y una capacidad de selección adecuadas.
Si la comida se convierte en una actividad familiar, grandes y pequeños participan juntos en la elección, adquisición , preparación y consumo de los alimentos, lo que supone una forma sencilla y educativa de pasar tiempo juntos.
Este planteamiento coincide con un estudio de 2014, realizado por la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), que arrojó que los niños involucrados en su propia alimentación son propensos a ingerir comidas más saludables.
Para involucrar a los niños en la alimentación diaria hay que excitar su curiosidad, (la mejor manera de que conozcan los alimentos y sus valores nutricionales es llevarlos directamente al mercado ). Ser creativos, (buscar recetas sencillas, simples y divertidas con un aspecto especial que llame su atención). Es bueno dejar que los niños toquen los alimentos, los prueben, y puedan comenzar a diferenciar las texturas, sabores y formas y así despertar el interés por conocer los ingredientes y sus propiedades nutritivas.
El tiempo pasado entorno a la actividad culinaria también alienta la interacción y comunicación entre padres e hijos (¡apaguemos la tele! y silenciemos los móviles!)
Y, por supuesto, enseñar con el ejemplo. Los padres son modelos para sus hijos en todo, incluyendo la alimentación.